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1. Diálogos con la física

La economía no fue ajena a los aportes de otras ciencias y en particular de la física. En el renacimiento, se afianzó la matematización de la naturaleza con los importantes aportes del polaco Nicolás Copérnico y en Italia con Leonardo Da Vinci y en especial Galileo Galilei, que inició la ruptura con la física Aristotélica de carácter cualitativo, proponiendo en cambio una metodología de carácter cuantitativo, al afirmar que “El libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático. Mide lo que se puede medir y lo que no se pueda medir, hazlo medible” De esta manera las ciencias se construyeron sobre una base dual de hipótesis-experiencia y sobre este sistema Galileano, se desarrollaron posteriormente las investigaciones de René Descartes, Torricelli y Pascal.

En el siglo XV surgió en España la escuela económica mercantilista encabezada por Tomás de Mercado, cuyos postulados básicos eran considerar el oro como riqueza, intervenir el comercio con la acción del Estado, mantener una balanza comercial favorable y fomentar el crecimiento de la población. [1] Esta corriente se difundió con Galiani y Serra en Italia, Bodin y Colbert en Francia, Johann Becher en Alemania y Thomas Munn y Child en Inglaterra. El auge del capital comercial y monetario fomentó el estudio de las leyes que regían el intercambio entre los reinados y las colonias de aquel entonces.

Simultáneamente se desarrollaron sociedades secretas de alquimistas en toda Europa que buscaban la obtención del oro, con la teorización y la experimentación, combinando sustancias de las cuatro formas básicas de la materia, mediante la utilización de aparatos de destilación y sublimación, que posteriormente derivaron en la química y la física moderna.

En 1637 el francés René Descartes, expresando su desilusión por la educación recibida que no le enseñó a pensar correctamente, publicó el “Discurso del método”, para guiar bien la razón y buscar la verdad en las ciencias. Planteó un método en el que se deben separar las partes y reunirlas para construir un todo con un plan que las unifique. Sobre la base de tres máximas morales para cambiar el orden del mundo dentro de leyes y costumbres, desarrolló los principios metafísicos a través de la duda metódica para llegar a la célebre máxima “pienso luego existo”. El razonamiento lo llevó a concluir que los organismos vivos están regulados por una mecánica precisa, en donde el hombre es la máquina más perfeccionada por estar dotado de discurso y razón. [2] Con esta metodología claramente matemática, se desarrolló el nuevo paradigma cartesiano caracterizado por tres ejes fundamentales a saber: el análisis parcelario, el racionalismo y el mecanicismo.

En Inglaterra, con base en el mercantilismo, el Reino desarrolló una política claramente intervencionista no solo en la balanza comercial, sino en la agricultura, la artesanía y la industria: Conformó núcleos de pensadores para plantear estrategias que condujeran a la riqueza de la nación, aportó subsidios agrícolas mediante las leyes del maíz, otorgó subsidios y préstamos sin intereses a la artesanía y la industria naciente, apoyó la migración de artesanos extranjeros expertos concediéndoles exención de impuestos, vivienda gratuita y garantía por un término fijo para el monopolio de sus productos, estimuló a los inventores e innovadores mediante la concesión de derechos para sus hallazgos. A medida que se fue consolidando el reinado, Inglaterra, mediante las ‘Leyes de navegación’concedió subsidios y facilidades a constructores, propietarios y tripulantes de barcos con el fin de consolidar la marina mercantil, para no mendigar a los otros, ni enriquecer a los demás.[3]

William Petty, quien nació en Inglaterra y estudió en Francia, se formó en estrecho contacto con la escuela experimental y en 1672 publicó su primer obra de ‘aritmética política’ en donde incorporó los conceptos en boga sobre peso, número y medida, aplicándolos a la teoría del valor trabajo, dando así origen a la escuela económica clásica, que consolidaría lo realizado por la escuela mercantilista.

Para ese entonces, el inglés Isaac Newton retomó el concepto Copernicano de que la tierra no es un centro absoluto y existen tanto centros como individuos e incorporó la mate matización en la física colocándola en la cúspide de los paradigmas. Su obra cumbre “Principios de matemáticas” escrita en 1687, se constituyó en un ejemplo de obligada referencia en la nueva era de la razón, que enfrentaba las ideologías predominantes hasta entonces. En esta obra introdujo las tres leyes de la mecánica, a saber la ley de la inercia, la ley de la proporcionalidad y la ley de la acción y reacción, que sintetizó en la ecuación: fuerza igual a masa por aceleración. [4] Luego aplicó, a partir de las observaciones de Kepler, estas leyes de la mecánica a la gravitación universal, el movimiento de los planetas, los satélites y de las mareas en la tierra, desplazando la teoría de los vórtices de Descartes. Según el nuevo paradigma, el espacio es un recipiente móvil de los objetos, de manera que no hay un estándar fijo de reposo, con lo cual cuestionó el concepto de Aristóteles, del espacio como un lugar fijo ocupado por los cuerpos. Los seres vivos pueden estar en movimiento en un objeto aparentemente fijo como la tierra, pero realmente los dos están en movimiento.

La revolución Newtoniana representó la creación de la ciencia moderna y la consolidación de dos cambios paradigmáticos: Ganó predominio la concepción mecánica frente a la anterior concepción orgánica del mundo y se impuso el método cuantitativo empirista frente al cualitativo.

El impacto de esta nueva conceptualización fue tan grande, que las demás ciencias los fueron a incorporando en sus programas de investigación. Por supuesto, la aplicación de la mecánica newtoniana llegó a las ciencias sociales y autores como Owen y Saint Simon se declararon fundadores de la física social e incluso Fourier se declaró a si mismo “el Newton del mundo social”

En medio de los debates propios de estas nuevas líneas de bifurcación, las categorías físicas tales como tiempo, espacio, materia, fuerza, fueron ganando terreno en la economía clásica hasta llegar a su punto culminante noventa años después con el filósofo inglés Adam Smith, el padre de la economía clásica, que en 1776 publicó la “Riqueza de las Naciones”. [5] Smith quien también escribió sobre la astronomía de Tolomeo y Copérnico, presentó un sistema económico basado en la teoría del valor trabajo de William Petty, en donde la fuerza de la economía a semejanza de la fuerza en la física, es igual a la masa de trabajo incorporado por el grado de aceleración de su productividad. Partiendo de la concepción filosófica, según la cual la conciencia de los hombres es algo natural, no impuesto por la razón ni las leyes, en la sociedad el equilibrio del mercado se logra por “una mano invisible” independiente de la moral, que al igual que la ley de la gravitación universal garantiza la cohesión y funcionamiento del sistema, promoviendo la libre competencia con una intervención mínima del Estado.

En el marco histórico de la revolución francesa, el físico y matemático Pierre Simon Laplace, contribuyó a la sustitución de las instituciones por un nuevo orden en el que el hombre estaría sujeto a leyes unidireccionales, consolidando así la concepción determinística del mundo. El nuevo orden sería como un reloj, o una gran máquina con un movimiento predecible, hasta el punto de imaginar que algún día se lograría deducir una ecuación matemática tan poderosa que lo explicaría todo. Esta concepción contribuyó a reforzar la idea del mercado como un gran mecanismo regulado por la ecuación de una mano invisible.

Sobre la base de la teoría del valor trabajo se construyó el núcleo central de la teoría clásica de la riqueza, el valor, el capital, la producción, la distribución, las finanzas públicas y las políticas públicas. En esta teoría se basaron también los economistas clásicos David Ricardo y Carlos Marx.

A comienzos del siglo XIX J. B. Say, hace un cuestionamiento de la teoría clásica apoyado en el principio de la conservación de la materia, postulando que el hombre no crea materia y por tanto el concepto de producción debe plantearse de otra forma, entendido mas bien como la creación de utilidad y por lo tanto de valor y de riqueza, dando lugar a la escuela neoclásica. [6]

En 1838 el matemático francés Cournot publica los “Principios matemáticos de la riqueza” y en los años setenta el inglés Jevons, el austriaco Menger y el francés Walras, culminan simultáneamente la conjunción de tres líneas de pensamiento en la filosofía, las matemáticas y la física. Afirman que aunque el individuo es inexacto por naturaleza, el ser económico es matemático, por lo cual es válido incorporar a la economía la formalización cuantitativa. También incluyeron la teoría filosófica, que plantea que las dos grandes palancas de la acción humana son los sentimientos de placer y dolor, que animan a conseguir los objetos útiles que provean placer, estando dispuestos al ejercicio doloroso de trabajar hasta alcanzar el equilibrio con la consecución de los objetos gratificantes. Jevons admite explícitamente que se apoya en la física mecánica al afirmar en 1871 que “La teoría de la economía presenta una estrecha analogía con la ciencia de la mecánica estática; y las leyes del intercambio descubiertas, se asemejan a las leyes del equilibrio de una palanca determinado por el principio de las fuerzas virtuales. La naturaleza de la riqueza y el valor se explica por la consideración de cantidades infinitamente pequeñas de placer y de pena o dolor al igual que la teoría mecánica estática se construye sobre la igualdad de cantidades infinitamente pequeñas de energía” [7]

Walras define el concepto de riqueza como “el conjunto de cosas materiales e inmateriales que son a la vez útiles y escasas y que son valorables e intercambiables”.[8] Con estas categorías y el método galileano dual de mecánica pura y aplicada, Walras construyó el núcleo de lo que denominó la economía política pura, con la teoría del valor de cambio de la riqueza. Este núcleo, determina a su vez, un segundo grupo de consideraciones, que denomina economía aplicada a la producción de la riqueza y a un tercer grupo, que define como la economía social, que se ocupa de la distribución de la riqueza. El núcleo de la teoría estaría exento de valores morales, mientras la producción sería guiada por el interés de las personas y la distribución por la justicia.

Walras en el libro de “Elementos de economía política pura” afirmó: “Es bien cierto que la economía política es como la astronomía y como la mecánica, una ciencia a la vez experimental y racional. Y no se me podrá reprochar de haber tardado demasiado en adoptar el segundo carácter a partir del primero. La astronomía de Kepler y la mecánica de Galileo tardaron entre cien y ciento cincuenta años en devenir la astronomía de Newton y Laplace y la mecánica de d’Alembery y de Lagrange. Mientras que ha pasado menos de un siglo entre la aparición de la obra de A. Smith y las tentativas de Cournot, de Gossen, de Jevons y la mía” [9]

Debe anotarse que la construcción propuesta por Walras ha tenido tal impacto en las ciencias económicas, que se ha preservado en esencia hasta nuestros días y se aplica en la construcción de las cuentas económicas nacionales de la mayoría de los países.

Al culminar el siglo XIX, la concepción de la fisica mecánica presentó sus dos primeras fisuras que no alcanzaron a ser percibidas por Walras y los principales exponentes del establecimiento económico de la época. Estas grietas en la física provenían de una nueva corriente energética que se inició tímidamente con el físico francés Carnot en 1825, la ratificó el físico alemán Claussius en 1865 y llegó a su punto culminante con los físicos alemanes Planck y Einstein al comenzar el siglo XX.

Sedi Carnot planteó que al calor se atribuyen los grandes movimientos sobre la tierra en la atmósfera, las nubes, las aguas, los temblores y las erupciones volcánicas. A partir de estos postulados descubrió por primera vez en 1824 la conexión entre energía calorífica y trabajo, al establecer que un motor solo puede funcionar cuando el calor pasa de una temperatura mayor a una menor, con lo cual dedujo que en este proceso hay una pérdida absoluta de energía utilizable por el hombre. [10] De esta manera dejó sentadas las bases de la segunda ley de termodinámica, que cuestionó el principio de utilización perpetua de la energía establecido por la física mecánica.

En la economía, Augustin Cournot conoció el documento de Sadi Carnot, al que estudió no tanto desde el punto de vista físico, sino del economista y del ingeniero reconociendo la generalidad del principio de que nada podemos hacer con nada y que hay que tener un conocimiento mas profundo de la economía de los fenómenos naturales, distinguiendo las cosas cuya provisión se agota, de aquellas que la naturaleza reproduce o regenera. Así, al repasar en 1877 las doctrinas económicas llega a la siguiente reflexión: “Durante mucho tiempo ha podido considerarse al hombre como un cultivador al que la tierra había sido dada en herencia; con el progreso de la industria su papel se asimila mas bien a la de un concesionario del planeta; nada merece mas la atención de aquel que considera desde una perspectiva filosófica los destinos del género humano” [11]

Jevons también alcanzó a visualizar el tema de la energía inicialmente en 1865 con el análisis del carbón y más tarde con el estudio del periodo solar y sus efectos en los ciclos de las cosechas, pero no incorporó estos elementos al sistema neoclásico, que de hecho eran incompatibles con el modelo de equilibrio. [12]

Rudolf Clausius desarrolló la teoría de Carnot, definiendo en 1865 la progresiva degradación de la energía no utilizable en un sistema, como el principio de la entropía o segunda ley de la termodinámica. [13] En el caso del sistema económico, significaba un profundo cuestionamiento de los modelos neoclásicos del equilibrio. No sobra señalar que esta segunda ley de la termodinámica desató virulentas críticas del establecimiento científico de la época, dado que contradecía el principio de conservación de la energía y significaba la “muerte térmica” de un sistema.

Con relación al tema de las relaciones económicas, Clausius argumentó: “Hemos hallado que hay bajo la tierra reservas de carbón de tiempos antiguos que se han formado de plantas de la superficie de la tierra y depositado durante un periodo tan largo, que los tiempos históricos, en comparación, nos parecen minúsculos. Los gastamos ahora y nos comportamos exactamente como herederos felices que consumen un rico patrimonio. Se saca de la tierra todo lo que permite la fuerza humana y los medios auxiliares técnicos y se usa como si fuera inagotable” [14] De esta manera el físico llama la atención sobre los límites de la utilización de recursos agotables y la necesidad de utilizar en el sistema económico recursos renovables, que puedan usarse por los menos en el mismo tiempo en que se producen. Sale al paso de los que afirman que el hombre podrá crear otras formas de energía al afirmar que “Cualquier obtención de energía sin un gasto correspondiente de energía, es absolutamente imposible”

En el tránsito al siglo XX nuevos hechos permitieron un afianzamiento de este planteamiento prospectivo, provocando el deterioro del paradigma Newtoniano. Los rayos X descubiertos por Roentgen en 1895 y la radioactividad por Becqerel y los esposos Curie, plantearon la necesidad de un análisis mas detallado del microcosmos. Así el alemán Karl Plank en 1905 introdujo un planteamiento extraordinario al señalar que la radiación electromagnética no se emite de manera continua, sino discretamente en forma de paquetes individuales de energía llamados cuantums, conocida como la ley de Plank, dando inicio a la física cuántica. [15]

Albert Einstein, estudió los trabajos de Plank y formuló la teoría de la relatividad que cambia las ideas acerca del espacio y del tiempo de Aristóteles y Newton, quienes creían que se podía medir el intervalo entre dos sucesos sin ambigüedad. En la teoría de la relatividad formulada en 1905, estas dos categorías no están separadas, sino que se combinan para formar un objeto espacio-tiempo de cuatro coordenadas. De igual forma, “un suceso es algo que ocurre en un punto particular del espacio y en un instante de tiempo” [16] En consecuencia, no existe un tiempo absoluto, sino que cada medida del mismo depende del lugar donde se encuentra y la forma como se mueve la persona. Cada observador transporta su propio espacio y su propio tiempo. Desaparecen así las nociones de espacio y tiempo absoluto y la propagación instantánea de las acciones mecánicas.

De esta forma, la concepción mecánica del universo va siendo sustituida por la interpretación energética y las leyes de la termodinámica y la relatividad, las cuales se convierten en las bases de la física contemporánea.

En este contexto surge el matemático y filósofo J.M. Keynes, el tercer gran autor de la ciencia económica convencional, quien corrobora que la teoría de su maestro A. Marshall es “Un sistema Copernicano completo, en el que todos los elementos del universo económico se situaban en su puesto por mutuo contrapeso e interacción” [17]

En cuanto a Newton, a quien estudió ampliamente en lo personal y en lo científico, elaboró un interesante ensayo en la celebración de su tricentenario, señalando que “no fue como se creía el fundador de la ‘edad de la razon’, sino más bien ‘el ultimo de los grandes alquimistas’, cuyo su proceso mental fue mas metafísico que racional., al contemplar el universo como un gran criptograma establecido por el todopoderoso. [18]

Keynes se liberó de las cadenas neoclásicas al cuestionar los equilibrios planteados por sus antecesores. Atacó especialmente la ley de Say, según la cual “Toda oferta crea su propia demanda”, igualmente el equilibrio en el mercado laboral con el salario, como precio que iguala la oferta y la demanda de trabajo y el equilibrio en el mercado de capitales con la tasa de interés que iguala la oferta y la demanda de capital.

Trató de liberarse que las cadenas mecanicistas al cuestionar la geometría euclidiana de los neoclásicos y la carencia de homogeneidad de conjuntos tales como la producción de mercancías y servicios y la carencia de precisión de conceptos como el nivel general de precios. [19] Sin embargo no amplió sustancialmente estos puntos y no llegó al núcleo central de la problemática, al no incorporar en su modelo los nuevos avances de la física energética y la física cuántica que rompían los supuestos del equilibrio, la homogeneidad de la materia, el tiempo absoluto y la unicidad de los sistemas. Otro tanto ocurrió con los seguidores Hicks, Meade, Harrod, Klein, Modigliani, Lange, Hansen y Robinson, que plantearon leves modificaciones de la doctrina Keynesiana sin llegar al fundamento de la física clásica, y por ende sin avizorar los diversos tipos de entropía a que están sujetos los sistemas económicos, los recursos deseables que los sistemas deben utilizar y la heterogeneidad de formas como se pueden abordar estos temas.

En las tres últimas décadas del siglo XX, como es ampliamente conocido por todos, el neoliberalismo se constituyó en el paradigma dominante de la economía. El máximo exponente es Milton Friedman, que a partir de una metodología positivista retoma el edificio del librecambio promulgado por Adam Smith. [20]

“La economía positiva – escribe Friedman- es en principio, independiente de cualquier posición ética o juicio normativo. Su tarea será proporcionar generalizaciones que puedan usarse para realizar predicciones correctas sobre las consecuencias de cualquier cambio en las circunstancias. Su actuación debe ser juzgada por la precisión, alcance y la conformidad con la realidad de las predicciones que realiza. En resumen la economía positiva es, o puede ser, una ciencia objetiva, en el mismo sentido de cualquiera de las ciencias físicas ” [21]

Desde esta perspectiva, la economía positiva sería neutral frente a la ética, la ideología y la política. Friedman abandonó el quehacer interpretativo de la ciencia, restó importancia al realismo de los supuestos y se concentró en los hechos empíricos. La razón de ser de la economía, serían los resultados. Esta pretensión de objetividad y pragmatismo, ante la ausencia de fundamentos teóricos sólidos y enfrentada a la rigidez de las instituciones estatales, permitió que la doctrina neoliberal de Friedman se extendiera y fuera acogida por la institucionalidad económica mundial.

En cuanto a su relación con otras ciencias y en particular con la física, el neomonetarismo no agrega ningún elemento novedoso. Por el contrario, mantiene la hipótesis Newtoniana de que la realidad se puede observar con independencia del observador, sin recoger los aportes de la física cuántica y relativista, según los cuales la apreciación de la realidad depende de los métodos de investigación, los instrumentos utilizados para observar y del esquema que hay en la mente del observador. En consonancia con el modelo mecánico de Newton, la escuela de Chicago, supone al igual que Smith, que el libre juego de las fuerzas del mercado permitirá el logro de los objetivos económicos

La economía normativa monetarista al asignar al dinero el papel protagónico de las fuerzas del mercado, amplió la brecha entre los procesos físicos y monetarios, oscureciendo sus relaciones e impidiendo ver los límites que tienen los sistemas económicos especialmente frente a los sistemas energéticos y biológicos del planeta.

Si partimos de la misma lógica monetarista de juzgar por los resultados, la lección no puede ser mas impactante en las últimas décadas: Expansión de la tecnología y las utilidades al servicio de monopolios y destrucción de recursos naturales y degradación física y moral de la gente, por la ampliación de la pobreza, la violencia y la drogadicción en el mundo, como ha sido reconocido por los organismos económicos internacionales. Esto lleva a reflexionar sobre la utilidad de sistemas económicos que destruyen riqueza física, biológica y cultural, en lugar de promover la fuerza creadora del trabajo y el bienestar de la sociedad, condenándola a una malestar generalizado.

En años recientes, nuevos avances en las ciencias han cuestionado las escuelas económicas ortodoxas. Una de las mayores innovaciones ha sido aportada por el ruso Ilya Prigogine, quien se inició en las ciencias humanas de la historia, la arqueología y el arte, terminó estudiando ciencia duras y recibió premio nobel de química en 1977. Experimentando con dos cajas interconectadas, la una con nitrógeno y la otra con hidrógeno, descubrió que al calentar las cajas con temperaturas diferentes, los gases no se mezlan desordenadamente sino que tienden a un extraño orden en donde todo el sistema se conecta produciendo pantallazos a intervalos de un color y luego de otro, como si todas las moléculas se intercomunicaran simultáneamente. Aquí fue donde Prigogine descubrió el orden surgiendo del caos. [22] Encontró que en los estados alejados del equilibrio no solo se desintegran los sistemas, sino que emergen sistemas nuevos. Es decir que el caos alejado del equilibrio contiene la posibilidad de autoorganización. Luego descubrió estructuras disipativas de desequilibrio y auto-organización en la biología, las ciudades, los movimientos políticos y hasta las estrellas.

Este hallazgos que divulgó Prigogine en Texas, mas cerca de Chicago, contribuyeron a demostrar que la tradicional teoría del equilibrio, entre ella el equilibrio económico, corresponde a una sola forma de las múltiples que pueden surgir creando nuevos sistemas, a partir de la desintegración de estructuras existentes.

Desde estas nuevas perspectivas han venido surgiendo corrientes económicas heterodoxas que a partir de los diversos aportes de la física contemporánea y en particular la teoría energética de la física, ha realizado serios cuestionamientos a las teorías económicas convencionales. Dentro de este paradigma naciente se inscriben economistas como Daly, Georgescu-Roegen, Henderson, Kapp, Mishan, Naredo, Schumacher, entre otros, quienes plantean un enjuiciamiento al mecanicismo del sistema económico a la luz de la segunda ley de la termodinámica y plantean nuevos elementos para la construcción de sistemas económicos alternativos.

En síntesis, vimos que el nacimiento de la ciencia económica, que en un principio estuvo asociada a la riqueza de las naciones sobre la base de la posesión del oro y las prácticas alquimistas e intervencionistas, derivó hacia un sistema basado en la física mecánica que fundamentó el concepto de mercado movido por una mano invisible. La física clásica presentaba anomalías que no pudieron ser explicadas satisfactoriamente, hasta los inicios del siglo XX, cuando fueron cuestionadas y sustituidas por nuevos aportes en la física contemporánea con la consolidación de la termodinámica, la física cuántica, la teoría de la relatividad y el principio de la incertidumbre. Los sistemas económicos siguen aferrados a la esperanza eterna de la alquimia del oro negro no renovable y la ciencia económica normal, aun sigue fundamentada en la física mecánica, sin entender por que es fundamental incorporar los avances de la física contemporánea. Supone que todo sigue andando al derecho, aun cuando hoy en día la física ha descubierto que las moléculas, los átomos y las partículas tienen lateralidad izquierda. Ahora hay físicos que afirman que Dios es zurdo.

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